La Organización Naciones Unidas cumple 70 años marcada por su incapacidad para resolver conflictos.

(Telam) La ONU fue fundada por 51 países, entre ellos la Argentina, el 24 de junio de 1945 en la ciudad estadounidense de San Francisco, al concluir la Segunda Guerra Mundial, con la firma de la Carta de las Naciones Unidas y en reemplazo de la Sociedad de Naciones cuya sede estuvo en Ginebra, en un edificio actualmente transformado en museo.

Con 193 estados-miembro, es la mayor organización global existente, y de inicio se definió como una asociación de gobierno mundial que aspira a facilitar la cooperación en asuntos como el derecho, la paz y la seguridad internacionales, el desarrollo económico y social, la lucha contra la pobreza y el cambio climático, y los derechos humanos.

Sin embargo al paso de las décadas la ONU fue cobrando un papel más deslucido, perdiendo buena parte de su prestigio inicial.


Entre otros hechos de fuste, la permanente traba, año a año, en el Consejo de Seguridad por parte de Inglaterra a la propuesta argentina para sentarse a dialogar sobre el futuro de las Islas Malvinas, figura como una de sus grandes deudas.

Siete décadas después de la firma de su Carta fundacional, las decisiones clave siguen prácticamente en manos de los mismos cinco países que en 1945 unificaron criterios para una participación permanente en el Consejo de Seguridad. Y lo más importante: los cinco tienen derecho a veto.

Por lo tanto, Estados Unidos, Rusia, China, Francia y Gran Bretaña tienen la última palabra en todas las decisiones del Consejo y pueden bloquear por sí solos cualquier iniciativa que no convenga a sus intereses.

También, en ese plano, la actitud de Israel de desconocer el clamor mayoritario de la Asamblea General respecto a la autonomía palestina y a poner fin a la política de Tel Aviv de los asentamientos en los territorios usurpados.

En ambos casos casos las Naciones Unidas representa un papel, como mínimo, deslucido, cuando no impotente para que sus reclamaciones sean respetadas.

En la columna de los fracasos se computa, también, a lo largo de estos 70 años, que la organización fue incapaz de actuar ante guerras como la de Vietnam, genocidios como el del Khmer Rojo en Camboya o para solucionar el conflicto de Oriente Medio.

También naufragó en proteger a la población de los horrores de la guerra, como la matanza de Srebrenica en 1995, en la que miles de musulmanes fueron asesinados ante la inoperancia de los cascos azules desplegados en Bosnia.

En este sentido, otro episodio que quedó como una de las páginas más negras de la trayectoria de la ONU fue el genocidio ruandés, en el que 800.000 personas fueron masacradas mientras la organización, en lugar de intervenir, retiró sus fuerzas del país.

"En el espacio de una generación, la vergüenza aún no se ha borrado", admitía en 2014, veinte años después, el secretario general, Ban Ki-moon, sobre ese episodio, recordó la agencia de noticias EFE.

Más recientemente, conflictos como los de Sri Lanka, Somalia o Darfur, con miles de muertos, o la incapacidad para impedir que Estados Unidos invadiera Irak, o la guerra en Siria, entre otros, han puesto sobre la mesa los problemas de la ONU a la hora de responder antes crisis y las limitaciones de su estructura.

Entre los objetivos que la organización, cuya sede está en Nueva York, coronó con éxito figuran el haber conseguido promover el diálogo y mantener la paz para evitar conflictos, en particular operaciones de complicada resolución en países como el Líbano, Mozambique o Chipre.

También se considera positivo el balance de la no proliferación nuclear, pues pese a que el número de países con capacidad atómica no se redujo, a través de la ONU se ha limitado su propagación y su uso.

En este marco la ONU, en la que trabajan 75.000 personas en todo el mundo, sigue sin resolver el tema de la reforma de su carta fundacional, básicamente su estructura de poder para las grandes decisiones.

A pesar de que se han planteado infinitas fórmulas, por ahora hay pocos visos de un arreglo que está en manos de demasiados actores y delicados equilibrios geopolíticos.