Jorge Gaitán pisó por primera vez el suelo malvinense

(diariolareforma.com.ar) A 33 años del conflicto por las Islas del Atlántico Sur el piquense Jorge Germán Gaitán, excombatiente y miembro de la tripulación del crucero A.R.A. General Belgrano, pudo pisar suelo malvinero. Junto a 3 coterráneos, para Gaitán, realizar ese viaje era la materia pendiente en su vida, para tratar de comprender un poco más, y desde suelo firme, los sentimientos que embargaron a los compatriotas que combatieron contra el inglés invasor. ¿Por qué volver a un lugar que duele? , esa es la respuesta que La Reforma intentó conocer de boca del exmarino.

Volver, ¿por qué volver a esos lugares que duelen, que hicieron mal? Quizás enfrentando el dolor, volviéndolo a vivir, se pueda lograr entender. Claro que para Gaitán, el exjuez de paz que vivió la guerra desde el mar, se trató de hallar los motivos por los cuales se perdió la batalla. “Había pensado hacer este viaje una vez terminada mi gestión en el Registro Civil, un día me llama Miguel Langé y me propone sumarse a esa idea. En principio íbamos con 2 amigos de él que eran de Buenos Aires, pero no pudieron, entonces se sumaron Pedro y Guillermo Langé, sus hermanos, con ellos cerramos tema pasajes y hospedaje. Fuimos el 9 de enero y volvimos a Argentina el sábado 16, pasamos 7 días allá” avanzó.

Viajar a Malvinas significa, aunque duela, pensar en viajar a otro país fuera del Mercosur, por eso demostrar para y por qué se viaja es una obligación. “Ellos (los ingleses) tienen que tener el listado de gente que llega a las islas y dónde se va a hospedar. De Buenos Aires a Río Gallegos viajás por la aerolínea de bandera, y una vez al mes baja Lan Chile para el traslado, ese mismo vuelo regresa una hora después con el mismo trayecto, ningún avión o barco de bandera argentina puede ingresar” agregó. Es que la primera ‘parada’, obligada, es la base militar, que cuenta con una dotación de 1.500 personas, casi el 50 por ciento de la población total del archipiélago. “La base le cambió la vida a los isleños, el movimiento es intenso y eso molesta a los habitantes, les rompió la tranquilidad que tenían hasta 1982, ellos mismos lo reconocen. Además al isleño le preocupa la falta de trabajo, el ingreso más importante que tienen proviene del sector ictícola, los jóvenes se están yendo a estudiar a Inglaterra, no vuelven, el segundo ingreso es el turismo y el tercero es el mercado ovino, devaluado ahora por el bajo valor de la lana” afirma.

-Vos no habías estado nunca ahí, ¿por qué volver a un escenario que duele?

-Es cierto, lo más cerca fue estar en el Belgrano, pero ni la costa de las islas veíamos. Pasa por una cuestión de espiritualidad, por un montón de situaciones yo quería volver a ese lugar, necesitaba hacer un homenaje a nuestros héroes, que están allá. Y ponerte en posición, porque yo puedo contar la historia del crucero pero si no estás parado en un barco no tenés una idea acabada de lo que se siente, nunca vas a saber lo que es una ola de 12 metros.

-Vos te pusiste en situación, ¿qué te quedó?

-Entendés mucho mejor las cosas que sucedieron. Desde el frío, caminar kilómetros por la turba (alrededor de 32 de una vez), en ese trayecto nos agarró la nieve, garrotillo (una especie de granizo muy fino), al día siguiente de llegar tuvimos todas las inclemencias que se viven en Malvinas, esa fue la carta de presentación en la isla. El domingo hizo 2 grados bajo cero, soportamos el garrotillo del que tanto nos hablaba Diego Morano, es como una lluvia con piedritas que te castiga la cara. Ahí conocimos, porque nos metimos, el interior de una cueva de zorro, los 4 vivimos ese momento. Hicimos muchas reflexiones en el viaje, entre ellas darnos cuenta lo difícil que era sobrevivir en esa situación, podríamos resumir que vivimos el 1 por ciento de lo que vivieron esos chicos: el frío, el viento, la lluvia, el sol que aparece y desaparece como por arte de magia, y en temporada de verano, no en abril o junio, como sucedió en la guerra, el clima no da respiro en Malvinas.

-Vos tenías un objetivo, ¿qué impacto les causó a los compañeros de viaje?

Para todos fue una experiencia inolvidable, ellos sintieron y vivieron el momento con muchísimo respeto. Cada paso que dábamos entre los montes donde se combatió, en una calle, en el cementerio donde están las cruces de 250 compañeros, el estar al filo de los campos minados, el caminar por las calles por donde desfilaron los compatriotas es una sensación indescriptible, hay que vivirla.

-¿Tuvieron que anticipar la hoja de ruta?

-No, nos movimos con total libertad, pero sabíamos que había lugares donde no podríamos ingresar, la única recomendación que te hacen es que si abrís una tranquera luego la cierres. No tuvimos impedimentos en ningún lado, pero estábamos vigilados, sí sufrimos la indiferencia. En las islas no hay nada que identifique a Argentina, nada, y eso me llevó a reflexionar algo que viví en Pico: el jueves, antes del viaje, fui a una librería donde el empleado que me atendió ostentaba una remera con una imagen de la bandera inglesa. Le prgunté por qué y la respuesta fue que representaba a un grupo inglés, le propuse que pensara si podía ir a Inglaterra con una remera donde la figura fuera Mercedes Sosa, o Spinetta. En Malvinas reviví ese episodio, allá no podés tener nada que represente a tu país, lo que llevés puesto lo tenés que cubrir, no mostrar, es una orden. Hay que tener una premisa: uno puede ser la ‘gran argentina’ de mostrar una camiseta o una bandera, pero vas a perjudicar a los próximos que quieran ir, ese límite no lo podés pasar por una cuestión de solidaridad.

-¿Qué tipo de perfil tiene el viajero a Malvinas?

-La mayoría tuvo que ver con el conflicto. Yo tuve mucho a Diego (Morano, piquense y excombatiente en las islas) en mi cabeza, comprendí lo que sentía, él no volvió a las islas. Miguel y sus hermanos se emocionaron en muchos lados, especialmente cuando al segundo día se nos unieron unos correntinos que habían estado en el terreno y contaron sus experiencias, es imposible no conmoverse al escucharlas. En un momento a uno de los correntinos le salió de adentro decir ‘pobres chicos’, y en realidad eso lo sentimos todos.

-Llegar al cementerio debe ser un punto de alto impacto, ¿cómo se supera?

No se supera, se vive. Hay 250 cruces creo, en algunas de ellas solo está la inscripción en castellano ‘soldado sólo conocido por Dios’ y en otras directamente no hay identificación.

-¿Fueron suficientes los 7 días de estadía?

Particularmente me hubiera gustado irme antes. La primera visión que tuvimos cuando llegamos al cuarto donde nos alojamos es que, al ver por la ventana, salta a la mirada la bandera británica flameando, que está presente en todos lados por otra parte, la gente mayor no habla de la guerra de Malvinas.

-Es amplia la pregunta, pero, ¿estar allí te llevó a comprender, en algún modo, por qué se perdió la guerra?

-Estar ahí te confirma de que ellos llegaron con una estrategia muy bien pensada, y a pesar de que nosotros teníamos 10 mil soldados y ellos la mitad, nosotros los teníamos repartidos en 90 kilómetros, ellos tenían a los 5 mil juntos. Ellos fueron sumando los bombardeos por mar, por aire, el movimiento de los helicópteros, el desembarco y las baterías en tierra para ir escalando, casi como un espiral a la inversa, estuvo muy bien pensado el movimiento: ellos iban monte por monte y enfocaban su bombardeo a los que les restaban tomar, el asedio fue constante, cuando los argentinos pudieron levantar la cabeza tenían a los ingleses apuntándolos. Fue muy difícil, la isla es muy grande y hay que estar en todos lados, ahí nos dimos cuenta de por qué los soldados pasaron hambre, no había un delivery que les acercara la comida, era cubrir kilómetros con el enemigo ahí en medio de caminos intransitables, fue un atrevimiento importante el de Galtieri. Creo que la guerra se pierde cuando empiezan a tener el control del espacio aéreo y el mar, no había formas de superar eso.

-Para vos esto es tarea cumplida, ¿volverías para acompañar a alguien?

-Sí, quizás para acompañar, aunque no soy el más indicado, pero sé que este es el puntapié para que se anime Diego (Morano), Pedro (Mercol) o Carlitos Corsini, ellos merecen volver ahí…

Miguel Langé: “Fue una forma de rendir homenaje”
El expresidente del Consejo de Administración de CORPICO, Miguel Langé, es clase 1963, una de las convocadas para la disputa con Gran Bretaña. Ayer, junto a Gaitán, ofreció su mirada sobre los 7 días vividos en las Islas. “Para mí era una forma de rendir homenaje, y reconocer lo que hicieron en un lugar que considero de mi país, era una asignatura pendiente. Mi sensación fue contradictoria, el lugar es tan ajeno a nuestro país por tantas cosas, que es difícil sentirlo como propio. Seguramente yendo por Bolivia o por Perú no me hubiera sentido así, lo hubiera sentido mucho más nuestro. También tiene que ver con los 170 años de ocupación inglesa que tienen las islas, eso generó en el lugar y la gente una cuestión cultural que tiene que ver mucho más con lo británico que con lo argentino, aunque eso no quite derecho sobre la soberanía en el lugar porque eso es indiscutible”, reflexionó.

“Fue una semana de vivir un clima hostil, tan alejado de nosotros, a veces el sentimiento primario es decir si valía la pena perder la vida. Quizás ahí esté lo contradictorio: es saber sentir que es nuestro, pero a su vez ver que está tan lejos, en la inmensidad de la nada… pero valió la pena, 10 veces; fue una asignatura pendiente que ya está cerrada. Pero esto no es personal, va más allá creo, debería tener una connotación más colectiva porque sería reafirmar más y trabajar más sobre lo que es el reconocimiento de las Malvinas, lo que fue la gesta, no olvidar lo que pasó y tratar de transferir lo que uno ha vivido a la mayor cantidad de gente posible para que se tome conciencia de lo que fue la guerra, esos 74 días de conflicto”, siguió.

Para Langé, queda clara además “la ineptitud de muchos gobiernos anteriores a 1982 de no haber podido lograr un acercamiento a los isleños por la vía diplomática, porque ellos estaban abandonados de todo, y cualquier cosa que hubieran hecho los gobiernos nacionales para lograr vínculos culturales, u otros, quizás la historia hubiera sido diferente. Ahora quedamos mucho más lejos que antes, la isla es un arsenal, una fortaleza de la OTAN. Uno ve en Malvinas muchos lugares vinculados con la Antártida, esto significa que para Inglaterra las Islas son una cuestión estratégica geopolítica, va más allá de una mera pertenencia”.

“Yo le recomendaría a toda la gente que pueda viajar que lo haga, no solamente a aquel que le interese la historia. Porque las islas, además de los lugares donde se desarrollaron los conflictos, también tienen una riqueza geográfica de enorme valor. Hace muchos años que me rondaba la idea de viajar, siempre pasaba el tiempo hasta que decidimos juntarnos y lo armamos, y valió la pena”.