Recibió una carta luego de 34 años de haber ido a la guerra

La Guerra de Malvinas, que enfrentó a la Argentina con Gran Bretaña, duró más de 70 días —comenzó el 2 de abril y terminó el 14 de junio de 1982— y dejó miles de historias que aún hoy, siguen saliendo a la luz. En ese entonces, el clima de incertidumbre se había apoderado de cada rincón del país, y mientras para algunos el relato obligado (o no), de los medios de comunicación era motivo de jolgorio (decían que el país iba venciendo), muchísimas familias esperaban angustiados, alguna noticia de sus “héroes”. Saber algo. Un mensaje de “estoy bien”, en fin, algo para aferrarse a la ilusión de que volvieran con vida. Porque más allá del patriotismo que los embargaba, la mayoría de ellos apenas pisaba los 18 años, y la inexperiencia en el manejo de armas o enfrentamientos bélicos, los hacía más vulnerables aún.



Y allí, entre ese montón de soldados dispuestos a recuperar la soberanía argentina sobre las Islas Malvinas, se encontraba Eulogio Alberto Godoy. El mayor de 12 hermanos, oriundo de Villa Mailín. Con miedos, como todos, pero dispuesto a defender a la Patria, le tocó estar en la Isla Borbón, donde entró en combate en cuatro ocasiones, y por suerte, logró sobrevivir.
En ese tiempo, su familia estaba dividida entre Buenos Aires y Santiago del Estero. Todos expectantes, escuchando lo que les contaban, sin nada certero. Así como todas las familias de combatientes, una hermana suya “Mary” Godoy, le enviaba cartas, plata y alimentos, con la esperanza de que lleguen a destino. Pero eso nunca ocurrió. Hasta ayer. Luego de 33 años, Eulogio recibió una de las tantas misivas que le enviaron, y la emoción invadió a la familia.


“No lo podíamos creer. Recibir una carta después de 33 años es una alegría inmensa, y remueve un montón de recuerdos”, afirmó Eulogio, quien nunca sospechó de la existencia de este documento. Está fechada 10-6-1982 y la tenía otro ex combatiente de Misiones, Ramón Anselmo Franco, quien hace un mes descubrió su existencia y no dudó en hacérsela llegar a Godoy, por medio de camaradas santiagueños que lo visitaron, y ayer mientras se encontraba en nuestra ciudad, se la entregaron.


“Fue muy fuerte leerla. Mi hermana que en ese momento estaba en Capital Federal visitando a mis padres junto con Selva (otra hermana), me contaba que aquí todo estaba bien, pero que estaban preocupados por mí. Me decía que no sabían nada, que me habían enviado muchas cartas y que nunca había contestado. Me avisa que me mandó dinero y un paquete con cosas dulces. Que estaban visitando a mis padres (Eulogio, ya fallecido y Pascuala Islas) para que no se sientan solos”, contó.


En la misiva, “Mary” le pide por favor una respuesta, y le avisa que también le enviaban una estampita del Señor de los Milagros de Mailín y un rosario “para que los lleve conmigo a donde vaya”. Sin embargo, estas súplicas nunca llegaron a manos de Eulogio, pero sí, a manos de un compañero suyo, que hace un mes la encontró y no dudó en enviársela a su amigo de trincheras, para que se “reencuentre” con parte de su historia y sepa que su familia siempre pensó en él.

El pedido desesperado para que responda


 Tras recibir la carta y leerla, Eulogio se puso en contacto con “Mary”, quien actualmente reside en Buenos Aires. Y todo fue emoción, recuerdos, y el “armado” de un rompecabezas de la historia familiar. Lamentablemente, su padre falleció, pero su madre, Pascuala pudo ser parte de este momento familiar.


Entre los pedidos desesperados que le hacía “Mary” a Eulogio, era que si no tenía papel, escriba sobre la misma carta contando en qué condiciones estaba. “Tenía 18 años, era el mayor y el único de mis 4 hermanos (son 7 mujeres) que fue a la guerra de Malvinas”, rememoró.


Las cuatro ocasiones en las que le tocó combatir “era de noche, y en la Isla Borbón”, y aunque la situación era adversa para los argentinos, las fuerzas de los combatientes se multiplicaban por el sentimiento de patriotismo.
Desgraciadamente, eso no es suficiente en este tipo de enfrentamientos. Ganó el poder de una milicia bien constituida y con experiencia. Murieron más de 600 soldados argentinos, y miles de héroes regresaron, pero nunca volvieron a ser los de antes.