Malvinas – Relatos que se cruzan entre la historia escrita y la memoria de los veteranos

(diariolareforma.com.ar) La guerra en las Islas Malvinas Argentinas tuvo consecuencias políticas y sociales que calaron profundo en la ciudadanía. A partir de aquellos acontecimientos, que tuvieron su epicentro en el archipiélago austral pero con réplicas hacia toda la geografía nacional, se inició una serie de creaciones literarias y de investigación tan extensa como variada en su calidad. Los piquenses veteranos de aquella confrontación atesoran en su sede de calle 19 entre 18 y 20 una interesante bibliografía sobre el tema, y la ofrecen generosamente a los visitantes. No obstante, a pesar de tener preferencias y objeciones sobre los títulos centrados en la confrontación de 1982, varios de ellos “prefieren no contaminar” sus propios recuerdos con las docenas de narraciones existentes en el mercado editorial.

De la entrevista con La Reforma participaron cuatro veteranos. Diego Morano y Héctor Jofré sirvieron en el RI 25 (Regimiento de Infantería) con asiento en la localidad chubutense de Sarmiento, luego destinado a Darwin, Jorge Gaitán, que tripuló el Crucero ‘ARA’ General Belgrano, y Arce, que se desempeñó a bordo del buque de desembarco ‘Cabo San Antonio’.

En la tarde de ayer recibieron al equipo de este matutino en la sede de la asociación ‘Alberto Amesgaray’. La conversación se inició y se sostuvo mientras el mate iba de mano en mano, acompañando la tarea de hilvanar las memorias personales y el ejercicio de la crítica de los libros escritos sobre esa guerra, en la que ellos pusieron el cuerpo. Desde esa posición de protagonistas y testigos de primer orden, sus opiniones tienen un peso que las diferencia de las que provienen de las consideraciones teóricas y estilísticas.

47200-dComo expresión de las saludables diferencias y contrastes que enriquecen al grupo, siempre unido en su pasión malvinera, Morano afirmó haber “leído mucho sobre todo los relatos en primera persona, porque me interesa la historia de la gente que vivió Malvinas en el Crucero (Belgrano), la de los aviadores, o en las islas. Y dos de los que me parecen develadores de la realidad son, ‘La guerra inaudita’ ( de Rubén Oscar Moro), y el otro es ‘No picnic’ (del general Julian Thompson). Este último es muy interesante porque está escrita por el jefe de la brigada inglesa que desembarcó en San Carlos, y cuenta desde el minuto en que llegaron hasta el último día. También merece ser leído, más allá de los que se opine de su autor, el libro de Nicolás Kasanzew (periodista que cubrió el conflicto en forma directa)”.


Para Jorge Gaitán, en cambio, los libros que más interés le han provocado son los que responden a las investigaciones históricas y no los que están escritos en primera persona.

Ecos

La relación entre la memoria, la historia y los individuos atraviesa la trama de las creaciones literarias, las perspectivas políticas en su más amplia acepción, y las resonancias personales de los ex-combatientes. Desde la ignorancia propia de aquellos que no estuvieron en las islas, o surcando el mar helado, es posible imaginar que la curiosidad por cada nuevo relato sobre la guerra despierta inevitablemente el ansia de lectura. Sin embargo, no es así. No para todos.

Arce, por su parte, afirmó haber leído “pocos libros” sobre la guerra, coincidió con la apreciación de la obra de Kasanzew hecha por Morano, y elogió el libro ‘Dios en las trincheras’ del sacerdote salesiano Vicente Martínez Torrens. “Yo sobre los libros (de Malvinas) sigo unas palabras que me dijo Pedro (Mercol, otro veterano) ‘yo no leo para no infectarme, me quedo con mis recuerdos’. Yo lo tomé como ejemplo. He hojeado varios libros, también compré para dejar acá en la asociación, pero no los leo”, admitió.

“Ya somos el olvido que seremos”, escribió Borges. Pero esa frase no vale para los veteranos, empeñados en mantener viva su memoria hasta el punto de preservar sus propios recuerdos, manteniéndose en guardia frente a otros relatos sobre los mismos acontecimientos.

La literatura argentina tuvo un título fundacional sobre Malvinas, ‘Los pichiciegos’, de Rodolfo E. Fogwill. Luego se sucedieron otros, muchos, desde diferentes perspectivas y con resultados que han oscilado entre la admiración y la reprobación de los sobrevivientes. “Hay que tener cuidado sobre todo con algunas obras, porque al principio hubo autores que resaltaban su propio ego, entonces había mucha media verdad, que es como escribir mintiendo. Hay que pasar la zaranda”, advirtió Morano, ex-tirador AOR de la sección del RI 25.

De la cantidad de ediciones que detonó la guerra de 1982 hay dos en las que se centran juicios negativos en forma unánime, según afirmaron los veteranos piquenses. Uno es ‘Iluminados por el fuego’ de Edgardo Esteban, y el otro es ‘Balsa 44’ de Carlos Alberto Waispek.

De Esteban dijo Arce: “Nos lastima, el tipo escribió de algo que nunca vivió. Todo ficticio, y hoy es despreciado por los veteranos. Y le empezaron a saltar las causas”, completó. Luego Morano añadió que “cuando Esteban ha ido a dar charlas por ahí tuvo que retirarse porque también fueron los veteranos; lo tratan de cobarde y le dicen que ha faltado a la verdad”, disparó.

La guerra dejó marcas sociales y entre ellas cobra relieve la identidad de los ex-combatientes como sujetos narradores en primera instancia, comprometidos vitalmente con la perspectiva histórica sobre el conflicto por Malvinas. O de los títulos custodiados en la asociación ‘Alberto Amesgaray’ es ‘La sección’, escrito por José Luis Testoni, hermano de uno de los integrantes de uno de los grupos de combate en las islas.

“Uno de los primeros libros que salieron, que me parece que está muy bueno, es ‘Los nombres de la derrota’, apuntó Jorge Gaitán. En la marea de libros sobre la guerra al ex tripulante del ‘Belgrano’ le “molestó que se hayan apropiado de historias ajenas, de gente que pasó a estar en primera línea cuando se sabe que en realidad esos tipos o no estuvieron ahí o es imposible que hayan estado en tantos lugares en tan poco tiempo. En ‘Balsa 44’ alguien habla de las mismas vivencias que tuvimos nosotros (los sobrevivientes del naufragio), pero allí estuvimos 40 horas, muy monótonas en la balsa (hasta el rescate). No es lo mismo que 40 horas en Malvinas donde había que cambiar de posiciones una y otra vez”, fustigó.

Otro de los que no gozan de prestigio entre los veteranos piquenses es ‘Ganso verde’, de Ángel Piaggi. “Él fue el jefe de la guarnición de Darwin, y yo no lo vi nunca sucio. Estaba en el puesto de comando. Y cuando estábamos en el barco el tipo pasó y dijo ‘¿por qué están todos desaliñados, por qué no están afeitados?’, y hacía dos meses que estábamos bajo tierra. ¿Con qué autoridad escribió?”, cuestionó, finalmente, Diego Morano.