El Irízar y el Oldendorff, varados en espera de una mejoría climática

El rompehielos argentino Almirante Irízar, que desde el sábado último guía por las gélidas aguas del mar Antártico al buque alemán "Magdalena Oldendorff", quedó varado entre gigantescos bloques de hielo, con un espesor de dos metros, a la espera de mejores condiciones climáticas que permitan continuar la marcha, aunque se contemplaba la posibilidad de tener que invernar allí hasta noviembre próximo si no mejora el clima.

Con temperaduras de hasta 38 grados bajo cero de sensación térmica, vientos de hasta 140 kilómetros por hora y jornadas con sólo cuatro horas de luz, el Irízar, con 176 tripulantes, y la misión de rescatar el buque alemán en el que viajabn 17 tripulantes y un mecánico, afrontaba condiciones mucho más duras en su regreso que en su viaje de ida, advirtió el jefe de prensa de la Armada, capitán Alberto Miguel Scotto, en diálogo con DyN.


"Las dificultades para la tarea son enormes: no dicen que sea imposible, pero de última tendrán que evaluar, si no pueden salir del hielo, la posibilidad de invernar allá hasta que comience el deshielo", afirmó Scotto.

El Irízar cumple la primera misión de esta naturaleza en su historia, comandado por el capitán de fragata Héctor Tavecchia y con el capitán de navío Raúl Benmuyal como jefe de toda la operación.

Zarpó de Buenos Aires el 25 de junio para rescatar al buque alemán varado en el hielo antártico, con 70 científicos rusos a bordo, quienes ya fueron rescatados por un barco de bandera sudafricana, el "Oldendorff" quedó con 17 tripulantes y un mecánico.

El sábado, finalmente, el rompehielos logró tomar contacto con el buque alemán y comenzó a guiarlo (aunque no fue necesario remolcarlo), pero debido a las tremendas condiciones del invierno, apenas logró avanzar 40 kilómetros y hoy quedó detenido.

Los dos barcos están en medio de un cordón de 110 millas de hielo con un grosor de dos metros, y está exactamente ubicado a 2 grados de longitud oeste y 62 grados de latitud sur.

El Irízar, con el apoyo de un helicóptero, envió al buque alemán combustible y víveres para que pueda autoabastecerse, y comenzó a remolcarlo en condiciones mucho más duras que las que había soportado en el viaje de ida.

"Si fue duro llegar, es mucho más difícil volver", graficó Scotto, al precisar que el campo de hielo seguirá creciendo hasta setiembre próximo, dejando margen casi nulo para la navegación.

El rompehielos, dijo el jefe de prensa de la Armada, está operando al límite de sus capacidades, "casi sobre los bordes de seguridad", por cuanto las bajísimas temperaturas reinantes obligan a que se mantengan en marcha todos los motores para evitar que se congelen si se detienen.

El rompehielos y el buque remolcado deberían atravesar unos 1100 kilómetros de hielo.

Scotto aclaró que tienen víveres suficientes para abastecer a sus 176 tripulantes y a los que viajan en el "Oldendorff".

Fuente: DyN