Mercol, Pedro Oscar

Mercol, Pedro Oscar
ROL DE COMBATE
DNI: 14.968.003
Arma: ARMADA ARGENTINA (Infantería de Marina)
Grado: Soldado Conscripto Dragoneante
Destino: Batallón de Infantería de Marina N° 2
Rol De Combate: Radio operador y Jefe de tercer grupo tiradores
Destino en Malvinas: Puerto Argentino
Jefe: Teniente de Corbeta Gassolo Héctor


Mi destino como soldado conscripto fue Puerto Belgrano pero antes pasamos por el CIFIM de La Plata, donde se nos instruyo como Infantes de Marina, luego fuimos destinados a distintas unidades del país y a mi me toco el BIM N° 2. Estábamos física y tácticamente bien preparados. En Malvinas desembarcamos el día 2 de Abril en el buque Cabo San Antonio después de navegar durante 5 días y cuando el Endurance ingles se alejo. Lo hicimos en vehículos anfibios para hacer cabecera de playa, allí tomamos oficinas argentinas, la casa del gobernador, etc. Logramos el primer objetivo. Luego permanecí en la defensa de Puerto Argentino durante todo el conflicto hasta que se produjo la rendición el día 14 de Junio, a posteriori fuimos tomados prisioneros hasta el 20 de Junio, fecha en la cual la Armada envío el buque Bahía Paraíso a rescatarnos para devolvernos al continente. Primero hicimos Puerto Quilla en Santa Cruz y de allí en avión fuimos llevados a la base Comandante Espora en Bahía Blanca para luego ser restituidos al BIM N° 2 de Puerto Belgrano Punta Alta y una vez cumplimentada la rutina militar se nos otorgo la baja y pudimos regresar a nuestros domicilios.

















LA HISTORIA DE PEDRO MERCOL “UN HEROE DE CARNE Y HUESO”
El 2 de abril se cumplieron 27 años del desembarco de tropas nacionales en las Islas Malvinas, desde ese día y hasta el 14 de junio en que se produjo la rendición sucedieron muchos acontecimientos. Algunos de ellos son los detallados por “la historia oficial” pero como siempre se dice, hay otra historia.
En realidad deberíamos decir que hay miles de historias distintas, porque cada uno de los combatientes tienen una, la suya, la de sus compañeros, la de sus amigos, la de su supervivencia, para muchos una historia de mas de 74 días.
Pedro Mercol era un joven técnico electromecánico, de Huinca Renancó, que luego de concluir sus estudios secundarios, el 1 de octubre de 1981 marchó a “cumplir con la patria” dejando atrás su casa, sus padres; cargado con las expectativas de quien va a descubrir cosas nuevas, de quién se aleja de su terruño sin tener precisiones acerca de cuando regresará.
Desde un principio el azar pareció elegirlo, cuando la voz del locutor de la cadena nacional de radiodifusión respondió a la terminación de su D.N.I. con un “nueve, ocho, tres”, supo que “la colimba” no sería en un lugar cercano.
“Mi destino fue Puerto Belgrano”, comenzó diciéndonos Pedro Mercol, “pero antes pasamos por el CIFIM de La Plata, donde se nos instruyó como Infantes de Marina, luego fuimos destinados a distintas unidades del país y a mi me tocó el Batallón II”.
¿Cómo fue el tiempo de instrucción?
Se nos exigía mucho en cuanto a lo físico, pero no nos faltaba nada, teníamos muy buena comida, muy buena vestimenta, muy buenas comodidades. El infante de marina siempre estuvo muy bien conceptuado por todo ello.
¿Estaban física y tácticamente preparados para la guerra, cuando fueron a Malvinas?
Desde mi punto de vista sí, no solo estábamos bien preparados física y tácticamente, sino mentalmente, desde el día que nos incorporamos nos convencieron que debíamos prepararnos para el combate. De todas maneras no es lo mismo que te digan que debes prepararte para el combate, a combatir en serio.
Vos desembarcaste el 2 de abril en Malvinas, ¿Cómo fueron los días previos?
Primero quiero aclarar que era habitual practicar desembarcos, así que esa no fue la primera vez que subimos al buque Cabo San Antonio, pero en charlas de cantina adonde nos reuníamos se comentaba algo.
En la madrugada del domingo 28 de marzo tocó diana y hubo alistamiento general, pero tampoco eso era un indicio de que algo raro fuera a pasar, porque también formaba parte de la rutina (alistamiento general se le llamaba a poner todo el equipamiento en condiciones para embarcarse), así que ese domingo al mediodía estábamos todos arriba del buque dispuestos a zarpar.
Recuerdo que estuvimos 5 días navegando porque se produjo una gran tormenta que nos retrasó bastante y a su vez se esperó el alejamiento de la zona del Endurance, que era un buque insignia de los ingleses.
¿Cuándo se enteran que van ha desembarcar en Malvinas?
El primer indicio que tuvimos fue cuando se distribuyeron las municiones en el barco, porque en los ejercicios se usaban balas de fogueo, pero el 1º a la noche nos reunieron y a través de los altoparlantes nos dirigió la palabra el contraalmirante Busser que estaba a cargo de las operaciones, arengándonos, nos informó que íbamos a tener “privilegio de participar en esa gesta heroica de tomar las islas”, nos deseó muy buena suerte. Luego cenamos normalmente y a las 2 de la mañana sonó diana. Luego de desayunar alrededor de las 3 de la mañana comenzó el desembarco de los vehículos anfibios -cuya tripulación integraba- con el objeto de formar cabecera de playa en las islas.
¿Dónde desembarcaron ustedes?
Nuestro objetivo fue parte de Puerto Argentino, allí había varias oficinas argentinas como Y.P.F., L.A.D.E entre otras, también tomamos parte de la casa del gobernador, antes de eso se nos acomodó la mente, “nos chocamos con la realidad” porque no bien se abrió la compuerta de los vehículos y pusimos un pie en la arena nos llovieron disparos, pero luego de unos instantes recibimos la orden de avanzar, así que así lo hicimos a pesar de no tener ningún tipo de protección.
De a poco hicimos replegar a las fuerzas inglesas así que al amanecer (eran cerca de las 10 de la mañana) debido a la gran presión que ejercíamos desde la playa se vieron obligados a internarse hacia el centro de la isla y logramos el objetivo.
Una anécdota, cuando llegamos a las oficinas que te mencionaba, me llevo la primera sorpresa ya que en todos los mapas decía Falkland en lugar de Malvinas algo que para nuestra educación era desconocido.
¿Mas allá del momento del desembarco, como los trataron luego?
Por supuesto que de parte de los argentinos fue excelente, en tanto que de los lugareños podemos decir que hubo gente que nos trataba muy bien, pero otros, cuando salíamos a patrullar sobre todo por la noche nos tiraban, aunque no con armas de guerra pero trataban de intimidarnos.
¿Una vez tomado Puerto Argentino, cuál fue tu próximo objetivo?
El mismo 2 de abril el Batallón II debía volver a la base, porque la misión nuestra era tomar las islas para que luego el ejército se hiciera cargo, así que aprovechando los aviones que habían llevado las tropas, nosotros regresaríamos, pero como ejército no tenía experiencia en combate nocturno se le solicita a nuestro jefe una sección con alrededor de 25 hombres para quedar a custodiar objetivos claves, yo quedé entre ellos. Así estuve unos 20 días hasta que nos mandan a las montañas ubicadas a un flanco de Puerto Argentino.
Luego de unos días donde se especulaba si los ingleses vendrían o no, llegó el 1º de mayo donde podemos considerar que empezó la guerra para nosotros, porque empezaron a caer las bombas sobre la población.
Todavía tengo grabada la imagen de los primeros ataques aéreos, me parece estar viendo esa especie de lamparitas surcando la inmensidad de la noche.
¿Quién fue el jefe de tu compañía y cuál fue la relación en las islas?
El jefe de mi compañía en el desembarco era un sub-oficial que al momento de decidir nuestra permanencia en las islas, manifestó no poder quedarse por problemas personales en el continente. Esto es aceptado por los altos mandos así que se lo reemplazó por el Teniente de Corbeta Gazolo que se ofreció como voluntario para quedarse en Malvinas.
En cuanto a la relación fue buena, aunque nosotros no tuvimos demasiado contacto con el, como si la tuvimos con los tres Cabos Segundo que eran el eslabón que tenía con nosotros. De todas maneras no era inaccesible fue una relación normal.
¿Ustedes como se protegían, como se alimentaban?
Adaptamos lo que teníamos a mano, con piedras acomodábamos las trincheras, no había mucho para elegir. En cuanto a la comida lo que te puedo decir es muy personal, creo que metidos en un conflicto de este tipo no podes esperar que la comida sea de primera, si bien es cierto que en los galpones quedó almacenada mucha comida, la idea original era quedarse mucho tiempo allí por lo que había que racionar el alimento.
¿Cuándo te diste cuenta que la guerra estaba perdida?
Cuando los veía cada vez mas cerca y a nosotros cada vez nos costaba mas sostenerlos, no teníamos apoyo y ellos avanzaban así que me di cuenta que era cuestión de tiempo, porque tarde o temprano iban a minar nuestras fuerzas.
¿Cuál fue el momento más difícil?
Te digo la verdad, en el momento del desembarco, cuando nos repelieron tuve miedo, pero fue un instante, debe haber sido el shock, pero en sí no pasé por momentos difíciles. En sí, creo que el momento mas complicado fue el 1º de mayo porque nos dimos cuenta que no había marcha atrás, que estábamos decididamente en guerra, fue entonces que me pregunté si volvería o no. Allí pensé en Dios, el iba a disponer si volvía o no al territorio.
¿Y como fue el momento de la rendición?
Fue bastante curioso, ya que nos van a buscar en un barco –estábamos separados de Puerto Argentino por un canal- y nos dan la orden de no destruir el armamento, cuando otras fracciones ya lo habían hecho. Es más, estando con los ingleses, conservábamos las armas.
¿Fueron los últimos en rendirse?
En realidad no lo sé, pero si sé que hasta que no estuvo todo firmado, nosotros mantuvimos las armas en nuestro poder, luego de firmados los documentos de capitulación nuestro jefe nos ordenó destruir el armamento y las municiones.
Una vez prisioneros, ¿Cómo siguió la historia, Pedro?
Primero nos juntaron a todos los soldados argentinos, nos requisaron, nos sacaron las pertenencias, nos dejaron con lo puesto nomás y nos llevaron al aeropuerto destruido donde se armó el campo de concentración. Allí estuvimos comiendo lo que encontrábamos, tomando agua de lluvia, pues la discusión que se había planteado entre los gobiernos pasaba por el armamento; el gobierno argentino quería que regresáramos con las armas y el inglés se oponía, así estuvimos desde el 14 al 20 de junio, en tanto ellos metieron toda la flota a Puerto Argentino. Ese quizás fue uno de los momentos difíciles, porque pensábamos que si no se arreglaba nuestro regreso, si se llegaba a reanudar el conflicto, estábamos sin armas y expuestos para que nos aniquilaran.
Gracias a Dios, Galtieri aceptó las condiciones, entonces en helicópteros nos trasladaron al buque Bahía Paraíso, en ese transporte nos devolvieron a Santa Cruz y desde allí en avión a Comandante Espora.
¿Cómo fue el regreso en el barco?
El primer recuerdo que me surge es que nos revisan a todos, había muchos heridos, nos hacen bañar, el agua estaba tan fría que en lugar de mojarte parecía que te pinchaba, parecían agujas que se te clavaban por el cuerpo. Recién entonces pudimos cambiarnos la ropa.
¿Cómo los reciben en Comandante Espora?
La verdad que fue una sorpresa enorme tanto como para nosotros como para la superioridad, recuerdo como si fuera hoy, llegamos a la guardia y allí el jefe preguntó quienes éramos (la totalidad del Batallón que había tomado Malvinas y regresó el mismo 2 de abril había sido licenciado) ante nuestra respuesta nos dice que no tenía nada preparado porque a nosotros nos habían dado por muertos. Por supuesto enseguida dio los avisos correspondientes a los superiores, se armó un revuelo impresionante, nunca los había visto con tanta alegría, nos pudimos dar un baño con agua caliente. Inmediatamente el jefe del Batallón organizó una cena en el Casino de Oficiales para celebrar nuestro regreso.
¿Quedaron muchos de tus compañeros en las Islas?
Compañeros de Batallón no, pero allá estábamos todos juntos, éramos todos argentinos, compartíamos las mismas cosas, la situación límite te lleva a trabar amistad rápidamente. Compañeros conocidos de otros grupos sí, murieron varios.
Si el recibimiento en Puerto Belgrano fue así ¿No quiero ni pensar lo que habrá sido en tu casa?
En realidad nosotros estuvimos incorporados un mes más después del regreso, nos hicieron tratamiento sicológico, nos controlaban los médicos, pero siempre nos inculcaron que no habláramos de lo que habíamos vivido. Para esto mis viejos sabían que había ido a Malvinas, pero no sabían si había vuelto, en aquellas épocas las comunicaciones eran difíciles, solo por carta. En mi casa se enteraron porque la secretaria de un colegio de Huinca Renancó empiezó a averiguar y justo llamó al Batallón II donde estaba yo, así que allí se enteraron mis padres.
¿Cómo sentiste vos el tratamiento de la sociedad para con los ex combatientes?
Como te decía recién, los militares nos aconsejaban no hablar del tema, así que no fue conocido rápidamente, la llegada de la democracia tampoco cambió mucho las cosas, recién en la década del ’90 la sociedad comenzó a enterarse con más detalles de lo ocurrido, yo sentí que se ignoraba la realidad.
¿Qué actitud tomarías si a un hijo tuyo lo convocaran para tomar Malvinas?
Es muy difícil la decisión, nuestra consigna es que volveríamos, pero también debo manifestar que estamos en contra de la actuación bélica. De todas maneras una cosa es analizarlo como posibilidad y otra es como realidad, una cosa es que te digan ¿volverías? y otra que te digan ¡vamos! A un hijo mío le aconsejaría que la violencia no conduce a nada, que en la guerra pierden todos.
Como homenaje a quienes fueron a ofrecer sus vidas para recuperar un pedazo añorado de territorio argentino, quisimos presentarle la historia de Pedro Mercol, un “HEROE DE CARNE Y HUESO”, que pasó 74 días de su vida en esa tierra irredenta para la mayoría de nosotros, con las balas inglesas sobrevolando su cabeza, a quien -a raíz de sus mas de 25 años radicado aquí- consideramos un Piquense mas, con quien –por ser un hombre de pocas palabras- no muchos tendrán el privilegio de hablar de si mismo, un hombre que nunca apeló al mediatización de su historia, que durante muchos años se levantó a las4 de la mañana para ganarse la vida como mecánico del ferrocarril, que hoy siendo empleado municipal disfruta de una Gracia Divina incomparable, de su esposa Claudia y sus dos hermosas hijas Giovana y Magalí.