A 35 años de Malvinas, los ex combatientes conviven con el suicidio

Las razones y la desidia estatal que explican por qué, más de tres décadas más tarde, combatientes de Malvinas se quitan la vida.

Una problemática que nos afecta a todos como sociedad.

Los oficios periodísticos, esta nota debería comenzar así: un hombre de 54 años se quitó la vida en el Centro de Veterano de Guerra “Paiubre”, institución que presidía en la correntina ciudad de Mercedes, durante la madrugada del 31 de enero. Según las primeras hipótesis policíacas, atravesaba problemas psicológicos y tenía una adicción al alcohol, lo que habría provocado el suicidio.

"Se trata de Adrián Verón de 54 años, quién “ha tomado esta drástica determinación. El cuerpo fue encontrado por un compañero que vino a hacer su trabajo administrativo”, contó el comisario a cargo de la investigación.

Sin embargo, la muerte de Adrián Verón encierra mucho más: según datos no oficiales, desde el final de la Guerra de Malvinas a la actualidad, 35 años más tarde, son más de 500 los ex combatientes que cometieron suicidio, casi tantos como los 649 que murieron en el conflicto bélico de 1982.

“La razón detrás de la trágica decisión de un ex combatiente al momento de quitarse la vida se explica en el destrato, en el ninguneo por parte del Estado, en el proceso de deshumanización que una vez más el Gobierno aplica a todo lo referente sobre el tema Malvinas y sus veteranos”, explica, con cierta resignación que por momento deja escapar a la bronca, Ramón Garcé, ex combatiente de Malvinas y guionista de la película “Entre dos mundos”, que relata, precisamente, la problemática de los suicidios de los que pelearon en 1982.


“Un ejemplo de lo que los veteranos significamos para el Estado se resume en el estado actual del Monumento a los Caídos en Malvinas: está enrejado, descuidado, con la llama apagada… ni siquiera tiene una guardia de honor”, relata con dureza.

El Cenotafio de Malvinas está ubicado en un extremo de Plaza San Martín, en la parte más coqueta de Retiro, a pocos metros de la Cancillería, al edificio Kavanagh y a los mega top hotel Alvear y Sheraton. A mediados del año pasado, luego del 34ava conmemoración del Día del Veterano y de los Caídos en la Guerra de Malvinas, el monumento fue cerrado, enrejado, y nadie más volvió a pasar por ahí.

Una imagen que contrata mucho con lo iluminada, cuidada, limpia y erecta (aunque enrejada también) que luce la Torre de los Ingleses, ubicada a pocos metros –tan sólo cruzando Avenida del Libertador– del memorial de los soldados argentinos que lucharon contra el ejército de Inglaterra.

“Tenemos que conmemorar a nuestros compañeros caídos desde atrás de una reja, de lejos”, describe el héroe de Malvinas y concluye: “Cosas como éstas, detalles y falta de asistencia por parte del Estado, la insensibilidad social, llevan a que muchos de los que pelearon en Malvinas caigan en un pozo depresivo, sean víctimas de los vicios, sientan que ya no vale nada… entonces es cuando viene el suicidio”.

TODOS CON ESTRÉS POSTRAUMÁTICO, MENOS LOS VETERANOS

El 30 de diciembre de 2004, 194 jóvenes perdieron la vida cuando el local bailable República de Cromañón se prendió fuego durante un recital de la banda Callejeros. Los sobrevivientes, desde los que salieron caminando hasta los que escaparon de casualidad, enfrentan desde entonces un trastorno llamado “estrés postraumático” (TEPT).

"Para la sociedad somos ‘los loquitos’ de Malvinas

Una persona puede padecer de TEPT después de haber vivido o presenciado un acontecimiento peligroso y el mismo hace que aquel que haya sobrevivido a una tragedia se sienta estresado y con miedo una vez que ha pasado el peligro.

Le pasa a los sobrevivientes de Cromañón de 2004, a los de la tragedia del tren Sarmiento de Once de 2012, a los de la voladura de la AMIA de 1994, a los sobrevivientes del incendio en Kheyvis de 1993, a los que lograron salir del avión de Lapa en llamas que jamás despegó de Aeroparque en 1999.

Sin embargo, y aunque lo padecen, nadie asocia al trastorno de estrés postraumático con los que pusieron el cuerpo en los casi 75 días que duró el conflicto bélico.

“Las bombas nos explotaban al lado, escuchábamos las balas pasar cerca, y no fueron dos horas: fue durante más de dos meses. Y no nos pasó eso porque se nos ocurrió un día ir a bailar o a trabajar o de vacaciones. ¡No! A nosotros la dictadura nos obligó a ir allá, sin formación, haciéndonos cagar de frío y de hambre con 18 y 19 años, la misma edad que tienen muchos de los que sobrevivieron en Cromañón”, reclama, y con razón, el ex combatiente Ramón Garcé: “Para la sociedad somos ‘los loquitos’ de Malvinas”.

LOS SUICIDADOS DE MALVINAS, LA NUEVA MUGRE BAJO LA ALFOMBRA

En la guerra murieron 649 argentinos: 323 durante el hundimiento del crucero General Belgrano y 326 en el archipiélago. Pero nadie sabe a ciencia cierta cuántos veteranos de Malvinas se quitaron la vida en los 35 años siguientes.

Según la Asociación Combatientes de Malvinas por los Derechos Humanos, no hay una cifra oficial y ellos estiman que, a esta altura, el número es superior a 500. “Y muchos de los suicidios no están contabilizados porque no dejaron una nota o fueron caratulados como muerte dudosa o accidental, pero todos nosotros sabemos que no fue ningún accidente”, confiesa.

El domingo por la noche, en la misma entrevista donde negó el plan sistemático de la dictadura cívico militar, el titular de Aduanas Juan José Gómez Centurión dijo que los ex combatientes que cometieron suicidio son 620… 621 sumándole la muerte en Corrientes del veterano Adrián Verón.

Sin embargo, los organismos relacionados a los combatientes no saben de dónde sacó Gómez Centurión este número: “No tenemos acceso a ese tipo de dato”, sostuvieron.

Lo cierto es que el silenciamiento y el ninguneo sobre todo lo relacionado con el tema Malvinas aumentó durante el último tiempo: el haber intentado hacer móvil el feriado del 2 de abril fue un insulto a la memoria de los caídos, y el estado en el que está el monumento de Retiro deja en manifiesto un tremendo desinterés estatal.

 “Los extranjeros en plaza San Martín le sacan fotos al Cenotafio de Malvinas porque no pueden creer lo descuidado que está. Los guías que dan la charla y hablan sobre el conflicto lo hacen desde afuera del mismo, porque por las rejas no pueden entrar”, explica Garcé, quien el año pasado quiso exhibir su película en el Museo Malvinas pero el Gobierno no se lo permitió, en otra señal clara de que la guerra no tiene que ser parte del presente.

Feriados manoseados que dejan de serlo y que luego vuelven a la normalidad, jubilaciones paupérrimas e irrisorias, silenciamiento oficial, destrato social, "loquitos que no merecen tratamientos"… Un coctel explosivo que hace que muchos prefieran morir a seguir viviendo en esas circunstancias.