DISCURSO PRONUNCIADO EL 2 DE ABRIL DE 2014 EN LA PLAZA SAN MARTÍN DE LA CIUDAD DE MENDOZA DURANTE EL ACTO CENTRAL.
XXXII ANIVERSARIO DE LA GESTA
Autoridades civiles y militares presentes, miembros del Cuerpo Consular, veteranos de guerra, familiares de nuestros caídos en Malvinas, señoras y señores, amigos compatriotas.
Hoy, 2 de abril de 2014, conmemoramos el trigésimo segundo aniversario de la Gesta de Malvinas. No pretendo que estas sencillas palabras se ocupen en datos históricos, geográficos, geopolíticos o económicos.
Hoy me presento aquí como argentina, como joven preocupada por esta sociedad, como estudiante, como amiga, como hija. Hija, como muchos de ustedes de esta Patria Argentina, fundada con el esfuerzo de muchos hombres y llamada a la grandeza.
Hija de una Patria que hoy mira con nostalgia décadas anteriores, cuando el argentino no dudaba en dar su vida, si Ella se lo demandaba.
Tristemente hoy nuestro País parece querer educarnos como extrañados de aquella Patria Argentina.
Nos educa para estar rendidos, para renegar de lo nuestro, para negar un pasado heroico y valeroso, para volver la cara ante la sangre de tantos próceres, para hacernos olvidar una historia llena de hazañas y proezas, una historia que nos reclama, una historia que nos llama a responsabilizarnos, no cualquier historia…sino nuestra historia.
Esa historia cifrada en la magnificencia, hoy ve con ojos llorosos, a muchos de nosotros, ciudadanos que hemos perdido el orgullo de ser argentinos. Ciudadanos a los que cabría preguntárseles si son argentinos o si,simplemente, viven en La Argentina.
Hoy, los invito a tener el coraje de responder que somos argentinos y que estamos orgullosos de ello. Responder desde la memoria de un pasado y proyectando un porvenir.
Rememorar nuestra historia es un deber.
En este momento rendimos homenaje a nuestros héroes que respondieron ser argentinos y lo demostraron dando su vida.
Todos somos convocados por nuestro pasado a recordar hechos reales, tangibles y verdaderos. Hechos que no debemos permitir, sean tergiversados, atenuados, disfrazados o deformados por una cultura decadente.
Hago un llamado a la juventud de esta Patria noble, para que no olvide sus ejemplos.
Para que tenga memoria de los ideales que inundaban los corazones de los guerreros en Malvinas.
Guerreros también jóvenes, así es.
Llamados “los chicos de la guerra” con la mayor de las injusticias.
Nosotros no los llamamos “chicos”, sino “infantes de la guerra”, pertenecientes a la infantería.
Jóvenes como yo, como nosotros, los infantes siempre se han destacado por ser de los mejores combatientes, incluso al punto de inclinar la balanza en los conflictos bélicos.
El joven es el soldado ideal, por su mayor resistencia física, por su sensación de inmortalidad, por su aptitud para responder, por su fe inquebrantable.
¡A los jóvenes que dieron su sangre y su vida por este Suelo en Malvinas, no los llamamos “chicos de la guerra”, los llamamos “grandes de la guerra”, “señores de la guerra”!
El pasado nos hace rendir homenaje también a los que volvieron.
Veteranos de guerra que merecen agradecimiento, que dieron y perdieron mucho.
Que siguen combatiendo.
Que nada tienen de excombatientes, sino que día a día, desde sus respectivos lugares, siguen amando su tierra, siguen combatiendo.
En ellos vemos el modelo del combatiente diario. ¿Cómo recordarlos? ¿Cómo demostrarles que los valoramos y que les estamos agradecidos? Continuando. Dando la lucha diaria que requiere nuestra condición de criaturas.
Siendo buenos médicos, buenos abogados, buenos profesores, buenos estudiantes, buenos padres, buenos hijos, defendiendo la Verdad.
Rendimos homenaje de igual manera, a aquellas mujeres valerosas que no dudaron en apoyar a sus hombres durante la gesta malvinera.
A tantas madres, hijas, esposas, novias que comprendieron que el sacrifico del que formaron parte no era en vano, que el riesgo de no volver a abrazar a aquella persona amada, debía ser asumido por una razón superior. Y especialmente a todas aquellas que dejaron sus amores en aquel suelo querido; regando la propia tierra, cubierta de cruces blancas, cual cielo estrellado al que se mira y que hace recordar una promesa, la promesa de volver.
Como mendocinos, tenemos el honor de tener entre nosotros, a la más fiel representante: la Sra. Delicia Rearte de Giachino.
Honramos también a los hijos de los que combatieron, a sus padres, a sus hermanos, a sus amigos, a sus superiores y subalternos, a los que sufren hoy ser relegados y dejados a la buena del olvido.
Hoy aquí, recordamos su abnegación y a sus héroes, nuestros héroes.
Nos llama, una vez más, el pasado,a ser consecuentes con la causa que defendieron todos y cada uno de esos valientes.
Valientes que defendían la amada tierra que pisaban y en la que descansan en Darwin con ansia de cielo. Valientes que, en el Ara Gral. Belgrano y el Santísima Trinidad, engalanan el fondo del mar.
Valientes que surcaron los cielos en bravíos pájaros de fuego.
Valientes que hoy tienen llagas sangrantes.
Valientes a imitar.
Malvinas fue hazaña, Malvinas fue tierra de grandezas, de corazones enormes, de almas generosas.
Malvinas debe ser semilla de nuevos ejemplos que conmemorar.
Ejemplos sencillos, pero inmensos. Como nos mostraron el heroico Capitán Carballo y su esposa, la cual ante la inminencia de la batalla le dijo al Capitán: “Vos cumplí con tu deber, que yo voy a saber cuidar bien de tus hijos.” La pareja nos deja aquí el modelo de hombres de bien, de patriotas que cumplen con su deber, en el lugar que providencialmente les haya tocado ocupar.
Malvinas no es algo que nos hayan robado.
Lo que a uno le roban queda en el olvido, no se sabe si sigue existiendo o no, desaparece.
¡Las Malvinas están siendo ocupadas ahora!
Es una habitación de nuestro hogar que está siendo usurpada por un intruso.
Eso no nos puede permitir estar tranquilos, no podemos dormir, no podemos descansar, hasta restituir para siempre lo que por derecho nos pertenece.
Empujados por este pasado, nos encontramos ante la necesidad de proyectar un porvenir, de proyectar un futuro en consecuencia de este pasado.
El hombre y su conciencia son agentes directos de la historia, el hombre es responsable directo de la historia.
Malvinas, nuestro baluarte más reciente, nos exige ir caminando hacia nuestro futuro con la certeza de un pasado heroico, con la esperanza de una Patria mejor; pero también sabiendo que el presente está en nuestras manos.
Estamos llamados a la grandeza.
Como jóvenes, aspiremos a grandes empresas. Como mujeres, cumplamos nuestro deber como pilares de toda empresa.
Como ciudadanos de esta Patria, hagámosla más grande.
Pero que todas estas palabras hagan pie en obras que merezcan ser honradas, como Malvinas.
Nuestra vocación es a una vida heroica.
Seamos héroes haciendo lo ordinario de forma extraordinaria.
El cumplir bien con lo que a cada uno corresponde, es una forma de elevar nuestra condición de hombres corrientes, a edificadores de una Patria mejor para nosotros, para nuestros hijos.
Malvinas es un bastión a recuperar.
Empecemos con nuestro esfuerzo diario, recordando hoy y siempre a los valerosos espíritus que nos guían desde ese pasado convocante.
Decimos así con el poeta,
El nombre de tu Patria viene de argentum.
¡Mira que al recibir un nombre se recibe un destino!
En su metal simbólico la plata,
es el noble reflejo del oro principial.
Hazte de plata y espejea el oro,que se da en las alturas,
y verdaderamente, serás un argentino.
Que María, que desde Luján nos mira, nos otorgue el galardón de una existencia grande, dando nuestra vida, todos los días.
Muchas gracias.
Ma. Laura Elias – DNI 36962726
02 de Abril de 2014
Plaza San Martín
Mendoza - Argentina
Autoridades civiles y militares presentes, miembros del Cuerpo Consular, veteranos de guerra, familiares de nuestros caídos en Malvinas, señoras y señores, amigos compatriotas.
Hoy, 2 de abril de 2014, conmemoramos el trigésimo segundo aniversario de la Gesta de Malvinas. No pretendo que estas sencillas palabras se ocupen en datos históricos, geográficos, geopolíticos o económicos.
Hoy me presento aquí como argentina, como joven preocupada por esta sociedad, como estudiante, como amiga, como hija. Hija, como muchos de ustedes de esta Patria Argentina, fundada con el esfuerzo de muchos hombres y llamada a la grandeza.
Hija de una Patria que hoy mira con nostalgia décadas anteriores, cuando el argentino no dudaba en dar su vida, si Ella se lo demandaba.
Tristemente hoy nuestro País parece querer educarnos como extrañados de aquella Patria Argentina.
Nos educa para estar rendidos, para renegar de lo nuestro, para negar un pasado heroico y valeroso, para volver la cara ante la sangre de tantos próceres, para hacernos olvidar una historia llena de hazañas y proezas, una historia que nos reclama, una historia que nos llama a responsabilizarnos, no cualquier historia…sino nuestra historia.
Esa historia cifrada en la magnificencia, hoy ve con ojos llorosos, a muchos de nosotros, ciudadanos que hemos perdido el orgullo de ser argentinos. Ciudadanos a los que cabría preguntárseles si son argentinos o si,simplemente, viven en La Argentina.
Hoy, los invito a tener el coraje de responder que somos argentinos y que estamos orgullosos de ello. Responder desde la memoria de un pasado y proyectando un porvenir.
Rememorar nuestra historia es un deber.
En este momento rendimos homenaje a nuestros héroes que respondieron ser argentinos y lo demostraron dando su vida.
Todos somos convocados por nuestro pasado a recordar hechos reales, tangibles y verdaderos. Hechos que no debemos permitir, sean tergiversados, atenuados, disfrazados o deformados por una cultura decadente.
Hago un llamado a la juventud de esta Patria noble, para que no olvide sus ejemplos.
Para que tenga memoria de los ideales que inundaban los corazones de los guerreros en Malvinas.
Guerreros también jóvenes, así es.
Llamados “los chicos de la guerra” con la mayor de las injusticias.
Nosotros no los llamamos “chicos”, sino “infantes de la guerra”, pertenecientes a la infantería.
Jóvenes como yo, como nosotros, los infantes siempre se han destacado por ser de los mejores combatientes, incluso al punto de inclinar la balanza en los conflictos bélicos.
El joven es el soldado ideal, por su mayor resistencia física, por su sensación de inmortalidad, por su aptitud para responder, por su fe inquebrantable.
¡A los jóvenes que dieron su sangre y su vida por este Suelo en Malvinas, no los llamamos “chicos de la guerra”, los llamamos “grandes de la guerra”, “señores de la guerra”!
El pasado nos hace rendir homenaje también a los que volvieron.
Veteranos de guerra que merecen agradecimiento, que dieron y perdieron mucho.
Que siguen combatiendo.
Que nada tienen de excombatientes, sino que día a día, desde sus respectivos lugares, siguen amando su tierra, siguen combatiendo.
En ellos vemos el modelo del combatiente diario. ¿Cómo recordarlos? ¿Cómo demostrarles que los valoramos y que les estamos agradecidos? Continuando. Dando la lucha diaria que requiere nuestra condición de criaturas.
Siendo buenos médicos, buenos abogados, buenos profesores, buenos estudiantes, buenos padres, buenos hijos, defendiendo la Verdad.
Rendimos homenaje de igual manera, a aquellas mujeres valerosas que no dudaron en apoyar a sus hombres durante la gesta malvinera.
A tantas madres, hijas, esposas, novias que comprendieron que el sacrifico del que formaron parte no era en vano, que el riesgo de no volver a abrazar a aquella persona amada, debía ser asumido por una razón superior. Y especialmente a todas aquellas que dejaron sus amores en aquel suelo querido; regando la propia tierra, cubierta de cruces blancas, cual cielo estrellado al que se mira y que hace recordar una promesa, la promesa de volver.
Como mendocinos, tenemos el honor de tener entre nosotros, a la más fiel representante: la Sra. Delicia Rearte de Giachino.
Honramos también a los hijos de los que combatieron, a sus padres, a sus hermanos, a sus amigos, a sus superiores y subalternos, a los que sufren hoy ser relegados y dejados a la buena del olvido.
Hoy aquí, recordamos su abnegación y a sus héroes, nuestros héroes.
Nos llama, una vez más, el pasado,a ser consecuentes con la causa que defendieron todos y cada uno de esos valientes.
Valientes que defendían la amada tierra que pisaban y en la que descansan en Darwin con ansia de cielo. Valientes que, en el Ara Gral. Belgrano y el Santísima Trinidad, engalanan el fondo del mar.
Valientes que surcaron los cielos en bravíos pájaros de fuego.
Valientes que hoy tienen llagas sangrantes.
Valientes a imitar.
Malvinas fue hazaña, Malvinas fue tierra de grandezas, de corazones enormes, de almas generosas.
Malvinas debe ser semilla de nuevos ejemplos que conmemorar.
Ejemplos sencillos, pero inmensos. Como nos mostraron el heroico Capitán Carballo y su esposa, la cual ante la inminencia de la batalla le dijo al Capitán: “Vos cumplí con tu deber, que yo voy a saber cuidar bien de tus hijos.” La pareja nos deja aquí el modelo de hombres de bien, de patriotas que cumplen con su deber, en el lugar que providencialmente les haya tocado ocupar.
Malvinas no es algo que nos hayan robado.
Lo que a uno le roban queda en el olvido, no se sabe si sigue existiendo o no, desaparece.
¡Las Malvinas están siendo ocupadas ahora!
Es una habitación de nuestro hogar que está siendo usurpada por un intruso.
Eso no nos puede permitir estar tranquilos, no podemos dormir, no podemos descansar, hasta restituir para siempre lo que por derecho nos pertenece.
Empujados por este pasado, nos encontramos ante la necesidad de proyectar un porvenir, de proyectar un futuro en consecuencia de este pasado.
El hombre y su conciencia son agentes directos de la historia, el hombre es responsable directo de la historia.
Malvinas, nuestro baluarte más reciente, nos exige ir caminando hacia nuestro futuro con la certeza de un pasado heroico, con la esperanza de una Patria mejor; pero también sabiendo que el presente está en nuestras manos.
Estamos llamados a la grandeza.
Como jóvenes, aspiremos a grandes empresas. Como mujeres, cumplamos nuestro deber como pilares de toda empresa.
Como ciudadanos de esta Patria, hagámosla más grande.
Pero que todas estas palabras hagan pie en obras que merezcan ser honradas, como Malvinas.
Nuestra vocación es a una vida heroica.
Seamos héroes haciendo lo ordinario de forma extraordinaria.
El cumplir bien con lo que a cada uno corresponde, es una forma de elevar nuestra condición de hombres corrientes, a edificadores de una Patria mejor para nosotros, para nuestros hijos.
Malvinas es un bastión a recuperar.
Empecemos con nuestro esfuerzo diario, recordando hoy y siempre a los valerosos espíritus que nos guían desde ese pasado convocante.
Decimos así con el poeta,
El nombre de tu Patria viene de argentum.
¡Mira que al recibir un nombre se recibe un destino!
En su metal simbólico la plata,
es el noble reflejo del oro principial.
Hazte de plata y espejea el oro,que se da en las alturas,
y verdaderamente, serás un argentino.
Que María, que desde Luján nos mira, nos otorgue el galardón de una existencia grande, dando nuestra vida, todos los días.
Muchas gracias.
Ma. Laura Elias – DNI 36962726
02 de Abril de 2014
Plaza San Martín
Mendoza - Argentina