El diario británico The Independent recoje testimonios de los soldados que lucharon en el Atlántico Sur. "Sólo ellos (los combatientes argentinos) saben lo que es esto". A 30 años del conflicto, la guerra no se disipa en la memoria de los veteranos británicos. Es lo que se desprende de esta investigación periodística realizada con motivo del nuevo aniversario del desembarco argentino en las islas Malvinas, usurpadas por Gran Bretaña en 1833, inicio de un conflicto que duró 74 días.
"En aquel comienzo de abril de 1982, pocos en el Reino Unido habían oído de las islas Falklands -dice The Independent-, un archipiélago en el Atlántico Sur donde los pingüinos superan ampliamente en número a los 3.000 residentes- cuando llegó la noticia de que fuerzas argentinas habían invadido esas islas y también las vecinas Georgias del Sur".
Este 2 de abril, en una capilla del National Memorial Arboretum de Staffordshire, en el centro del país, se encenderán velas que arderán durante 74 días.
Los largos conflictos en los que Gran Bretaña ha estado envuelta en la última década, dice el diario, contrastan con la breve defensa de ese territorio de ultramar, pero la victoria tuvo un gran costo en muertos, heridos, "y son incontables los que quedaron traumatizados tanto por la pena como la culpa de haber sobrevivido".
"Para la mayoría de los veteranos", dijo al periódico el reverendo David Cooper, capellán del 2º batallón del Regimiento de Paracaidistas que estuvo junto a sus hombres durante todos los combates, "pasan muy pocos días sin que piensen en las Falklands, cada día es un poco como un aniversario".
El paso del tiempo no impide que los sentimientos de aquellos que vivieron la "sangrienta brutalidad del conflicto" sigan emergiendo peligrosamente a la superficie", señala el artículo.
"Se nota cuando los visitantes [del Memorial] son veteranos", dice Mike Bowles, presidente de la South Atlantic Medal Association. "He visto hombres llorando a mares aquí. Es demasiado para algunos de ellos".
En Staffordshire se está construyendo, en el mismo sitio del anterior, un nuevo Memorial de Guerra, en piedra, réplica del cementerio militar Blue Beach de San Carlos, en Malvinas.
Margaret Allen, viuda de Iain Boldy, un soldado inglés que cayó en Malvinas, se enfrentará por primera vez a los camaradas de su esposo cuando se inaugure el memorial en mayo. Tras lidiar ella misma con un estrés postraumático, siente temor ante la idea de ese encuentro. "Será muy duro. Estoy aterrada, pero quiero ver que ellos están bien. En estos días he sentido un poco más de decisión que de temor. ¿Qué es lo peor que puede pasar? Que me ponga a llorar por Inglaterra, pero eso ya lo hago todos los días", dijo.
El reavivamiento del conflicto en los últimos días, por las declaraciones cruzadas de ambos gobiernos, se produce justo cuando el recuerdo del conflicto empezaba a borrarse en la conciencia nacional, dice The Independent.
Irónicamente, agrega el diario, el "intercambio de insultos" entre ambos gobiernos "llega en un momento en el cual los veteranos británicos están contactando a sus pares argentinos y hasta han debatido la idea de invitarlos a la inauguración del Memorial".
"Ellos son los únicos que saben lo que es esto, que vieron el sufrimiento", explica el reverendo Cooper. "Sólo el enemigo sabe lo que fue. Los soldados no eran patrioteros. Cuando [el diario sensacionalista] The Sun publicó su inolvidable titular ["Gotcha!" -cuando el General Belgrano fue hundido con un costo de 323 vidas], uno de mis soldados me dijo: '¿No saben que hay gente que está muriendo?'".
The Independent recuerda el caso de Mariano Velasco, un subteniente argentino que se eyectó de un avión de combate Skyhawk alcanzado por el enemigo, y que tras reunirse recientemente con el artillero inglés que derribó su aeronave, dijo: "Los buenos soldados deberían poder perdonarse mutuamente, ¿y acaso no podrían, incluso, ser amigos?".
"Yo también quisiera conocer al piloto que arrojó las bombas [que hundieron el barco en el cual servía su marido] para ver si está bien, dice Margaret Allen. El sólo hacía su trabajo. Recibió sus órdenes, como Iain recibía las suyas. Creo que conocerlo sería una experiencia maravillosamente sanadora. Cuando escucho las noticias, me pongo ansiosa. Sólo rezo para que no suceda de nuevo".
El reverendo Cooper, que hoy tiene 67 años, perdió la cuenta de la cantidad de hombres que consoló o sepultó en las Falklands. Estuvo con los soldados del 2º batallón en todos los combates. "A medida que pasan los años, más y más gente me contacta. '¿Puedo ir a hablar con usted?' A medida que la gente envejece, parece llorar más. (...) Deseo que la gente dé mucho más por la paz de lo que da por la guerra. Los hombres dan sus vidas en la guerra. ¿Qué no darían por la paz?", se pregunta el capellán.