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MALVINAS
Antes de estallar la Guerra de las Malvinas –2 de abril al 14 de junio de 1982–, que enfrentó a la Argentina con Gran Bretaña por la posesión de las islas Falkland, o islas Malvinas, la población del archipiélago sumaba 1.800, de ellos, dicen los falklanders (isleños nacidos en el lugar), solo unos 20 eran argentinos por entonces. El resto, británicos y sus descendientes ya nacidos en las islas.
Falkland dependía económica y políticamente de Gran Bretaña. La principal actividad económica era la cría de ovejas, la venta de estampillas, algo de pesca y lo que ingresaba por algunos impuestos. Los pobladores vivían aislados y había pobres, recuerda Mike Summers, miembro de la Asamblea Legislativa que gobierna las islas.
Antes de la Guerra de las Malvinas, los isleños se encontraban bajo el estatus de colonia del Reino Unido. "La economía era débil, aún estábamos en situación colonial, no podíamos confiar en Gran Bretaña, y la gente se estaba yendo", reconoce.
John Barton, director del Departamento de Recursos Naturales del Gobierno, dice que antes del 82 no existía una zona de pesca o de exclusión, a pesar de que los lugareños aspiraban establecerla. No tenían la fuerza ni el respaldo que sí tuvieron después de parte de Gran Bretaña, tras la reconstrucción de la isla en los siguientes 5 años de la guerra.
"Nadie establecía límites del territorio marítimo", cercano a las islas. Algo que los isleños pudieron lograr en 1987. Esta sola medida transformó la economía de Falkland, al fijarse licencias a los buques pesqueros que vienen principalmente en busca de calamares que solo se hallan en esta parte del Atlántico Sur.
En el 2013 el Gobierno obtuvo 21,6 millones de libras solo por licencias de pesca. El ingreso a través de esta actividad catapultó a la isla como un lugar de referencia para la industria pesquera.
"Esto transformó la economía de las islas. Falkland sería un lugar muy distinto, si no hubiera ocurrido esto", expresa Barton. Hoy, según el legislador Summers, la economía es fuerte y estable. Se sustenta en la pesca, la ganadería ovina, el turismo y, en los últimos años, en las licencias para la prospección petrolífera.
Mantener las islas demanda un presupuesto anual de 50 millones de libras. "No tenemos déficit fiscal, ni préstamos, y mantenemos una reserva de 190 millones de libras", cuenta. Tampoco pobres ni desempleados", agrega el legislador. Falkland no depende ya económica ni políticamente de Gran Bretaña, salvo en las relaciones exteriores y en defensa.
"Si seguimos siendo consistentes económicamente y crece la industria de hidrocarburos, las próximas dos generaciones pueden considerar la independencia de islas Falkland", reivindica.