(infobae.com) Por: Ezequiel Pereyra Zorraquin.
El 16 de diciembre de 2015 se cumplirán 50 años de la Resolución 2065 de la ONU. No se imprimirán billetes, no habrá estampillas conmemorativas, monedas o actos especiales. No hay feriados nacionales ni otra celebración. Será un día más.
En 1963 el presidente Arturo Illia nombró canciller a Miguel Ángel Zavala Ortiz, un agudo político radical con una gran experiencia en la lucha partidaria. Este decidió encarar el desafío diplomático más importante de su generación y de varias: recuperar las Islas Malvinas.
Convocó a los más brillantes y capaces: José María Ruda, Lucio García del Solar, Ezequiel Pereyra Zorraquín, Bonifacio del Carril y a muchos otros a los que la injusticia del espacio deja fuera para un merecido homenaje.
Fueron años de intenso trabajo y estudio. Serios, no fuegos artificiales o maniobras de coyuntura. Finalmente, en diciembre de 1965, en la ONU consiguieron que, sin un solo voto en contra, se reconociera por primera vez una controversia sobre la soberanía de las islas, la cual debía ser resuelta cuidando la integridad territorial y los intereses de sus habitantes, pero no sus deseos.
En pleno fin del colonialismo, ellos consiguieron que la disputa se concentrara sobre el territorio, pero no sobre un pueblo, que en realidad era un injerto colonial. Ello implica una diferencia fundamental que aún hoy muchos argentinos no entienden.
Luego venía la segunda etapa, que, evitando un patrioterismo barato, relacionaría las islas con el continente: barcos argentinos con frecuencia cuatrimestral, vuelos de Líneas Aéreas del Estado dos veces por semana, documentación argentina para llegar a las islas, enseñanza del idioma castellano en Malvinas, becas para los jóvenes malvinenses, gas combustible, asesoramientos varios, etcétera. Todo ello duró hasta 1982.
Un primer golpe de Estado infame, como lo son todos los golpes, provocó luto en la democracia, pero brindis en los cuarteles y en Londres. Afuera el doctor Illia. Fue el fin de la gesta de Malvinas.
De allí en adelante es moneda de intercambio, distracción de la política interna, invasión a las islas sin cuidar la logística ni el día después, ositos de Winnie the Pooh como política exterior, demagogia y desinterés.
Regla de Tianjin
En 1901 el Imperio austro-húngaro se apoderó del enclave chino de Tianjin. Luego de la Primera Guerra Mundial, al disolverse el Imperio austro-húngaro, Austria, por el Tratado de Saint-Germain, devolvió el enclave. En 1920 Hungría, mediante el Tratado de Trianon, también debía hacerlo.
Es decir, que un territorio adquirido por un imperio, como el Reino Unido con Malvinas, necesitaba la firma de todos sus componentes para disponer de él, en este caso, el Reino Unido y Escocia, en caso de separación.
Propuestas
a. Recuperar y recrear el espíritu de la Resolución 2065.
b. Influir sobre Escocia y sus parlamentarios para obtener el reconocimiento sobre las Malvinas (ver "Las Malvinas, ¿son escocesas?").
c. Crear un Consulado General en Edimburgo, capital de Escocia.
d. Fomentar contactos no solamente con el Gobierno, sino con el Partido Conservador (36,9%), Laborista (30,4%), de la Independencia del Reino Unido (12,6%), Liberal Demócrata (7,9%), Nacional Escocés (4,7%) y otros.
e. Convertir en política de Estado la recuperación de Malvinas por la vía diplomática. La exclusión de la agresión fortalecerá nuestro reclamo.
El autor es abogado, fundador del Centro de Estudios Internacionales de la UCA
El 16 de diciembre de 2015 se cumplirán 50 años de la Resolución 2065 de la ONU. No se imprimirán billetes, no habrá estampillas conmemorativas, monedas o actos especiales. No hay feriados nacionales ni otra celebración. Será un día más.
En 1963 el presidente Arturo Illia nombró canciller a Miguel Ángel Zavala Ortiz, un agudo político radical con una gran experiencia en la lucha partidaria. Este decidió encarar el desafío diplomático más importante de su generación y de varias: recuperar las Islas Malvinas.
Convocó a los más brillantes y capaces: José María Ruda, Lucio García del Solar, Ezequiel Pereyra Zorraquín, Bonifacio del Carril y a muchos otros a los que la injusticia del espacio deja fuera para un merecido homenaje.
Fueron años de intenso trabajo y estudio. Serios, no fuegos artificiales o maniobras de coyuntura. Finalmente, en diciembre de 1965, en la ONU consiguieron que, sin un solo voto en contra, se reconociera por primera vez una controversia sobre la soberanía de las islas, la cual debía ser resuelta cuidando la integridad territorial y los intereses de sus habitantes, pero no sus deseos.
En pleno fin del colonialismo, ellos consiguieron que la disputa se concentrara sobre el territorio, pero no sobre un pueblo, que en realidad era un injerto colonial. Ello implica una diferencia fundamental que aún hoy muchos argentinos no entienden.
Luego venía la segunda etapa, que, evitando un patrioterismo barato, relacionaría las islas con el continente: barcos argentinos con frecuencia cuatrimestral, vuelos de Líneas Aéreas del Estado dos veces por semana, documentación argentina para llegar a las islas, enseñanza del idioma castellano en Malvinas, becas para los jóvenes malvinenses, gas combustible, asesoramientos varios, etcétera. Todo ello duró hasta 1982.
Un primer golpe de Estado infame, como lo son todos los golpes, provocó luto en la democracia, pero brindis en los cuarteles y en Londres. Afuera el doctor Illia. Fue el fin de la gesta de Malvinas.
De allí en adelante es moneda de intercambio, distracción de la política interna, invasión a las islas sin cuidar la logística ni el día después, ositos de Winnie the Pooh como política exterior, demagogia y desinterés.
Regla de Tianjin
En 1901 el Imperio austro-húngaro se apoderó del enclave chino de Tianjin. Luego de la Primera Guerra Mundial, al disolverse el Imperio austro-húngaro, Austria, por el Tratado de Saint-Germain, devolvió el enclave. En 1920 Hungría, mediante el Tratado de Trianon, también debía hacerlo.
Es decir, que un territorio adquirido por un imperio, como el Reino Unido con Malvinas, necesitaba la firma de todos sus componentes para disponer de él, en este caso, el Reino Unido y Escocia, en caso de separación.
Propuestas
a. Recuperar y recrear el espíritu de la Resolución 2065.
b. Influir sobre Escocia y sus parlamentarios para obtener el reconocimiento sobre las Malvinas (ver "Las Malvinas, ¿son escocesas?").
c. Crear un Consulado General en Edimburgo, capital de Escocia.
d. Fomentar contactos no solamente con el Gobierno, sino con el Partido Conservador (36,9%), Laborista (30,4%), de la Independencia del Reino Unido (12,6%), Liberal Demócrata (7,9%), Nacional Escocés (4,7%) y otros.
e. Convertir en política de Estado la recuperación de Malvinas por la vía diplomática. La exclusión de la agresión fortalecerá nuestro reclamo.
El autor es abogado, fundador del Centro de Estudios Internacionales de la UCA