Islas Malvinas: desandar el acuerdo Foradori - Duncan, un importante paso hacia una política de defensa de la soberanía nacional argentina

Escrito por Agustina Felizia*
El jueves pasado, Felipe Solá, actual Ministro de Relaciones Exteriores, Comercio Internacional y Culto de la República Argentina, en una edición de la Entrevista Federal de Radio Nacional (disponible completa AQUÍ) refiriéndose a las medidas que se están implementando hacia las Islas Malvinas, sostuvo que se ha “desandado” totalmente el famoso acuerdo Foradori - Duncan, por lo que mencionó: “reemplacé al embajador Foradori en Ginebra, por el embajador Villegas en el primer día que llegué; reemplacé al embajador de Londres, aunque todavía no tenemos la posibilidad que se instale allá el nuevo embajador que es el actual embajador en Cuba, que es un experto ¿en qué? En Malvinas, por eso va a Londres, Javier Figueroa. Y lo que hicimos es tener una política en la que, sin perjuicio de las relaciones que tenemos con el Reino Unido, que el Reino Unido no se sienta cómodo en esta actitud de no dialogar, como lo ordena las Naciones Unidas”.

El acuerdo Foradori - Duncan

El mencionado acuerdo Foradori - Duncan, es un Comunicado Conjunto entre Argentina y el Reino Unido emitido en septiembre del 2016, durante el gobierno del ex presidente Mauricio Macri (Comunicado completo publicado en página de Cancillería argentina. Información para la prensa Nº 304/16. Disponible AQUÍ). Según fue informado oportunamente por Cancillería argentina, Alan Duncan, en ese entonces Ministro de Estado para Europa y las Américas de la Secretaría de Relaciones Exteriores y Commonwealth británica, se reunió con la Canciller argentina Susana Malcorra y mantuvo además una reunión de trabajo con el vicecanciller Foradori. Allí se establecieron los principales temas en la agenda bilateral.

Entre los diversos aspectos que se mencionan, se destacan la reactivación de las Consultas Políticas Bilaterales de Alto Nivel, para “ampliar la relación bilateral en torno a una agenda positiva que aborde los desafíos globales en el mediano y largo plazo”; además, “se evaluaron las áreas de posible cooperación en materia antártica, incluyendo intercambios, actividades conjuntas y acuerdos entre los programas científicos del Instituto Antártico Argentino (IAA) y el British Antarctic Survey (BAS), así como también el desarrollo de actividades científicas conjuntas en el área de la Convención sobre Conservación de Recursos Vivos Marinos Antárticos (CCRVMA)” y se acordó “trabajar para incrementar significativamente el comercio bilateral entre ambos países como lo demuestran las recientes visitas enfocadas en el comercio y el apoyo a las empresas e inversiones para capitalizar oportunidades comerciales e inversiones, lo cual incluye compartir asesoramiento y experiencia en Asociaciones Público- Privadas”. Sobre la soberanía de nuestras islas, bien gracias.
Una mención especial merece el apartado que hacer referencia a la seguridad internacional y la defensa. “Ambas partes acordaron que para enfrentar las amenazas a la paz y seguridad internacionales se requiere una cooperación y coordinación internacional más estrecha. (..) Ambas partes acordaron fortalecer la relación entre las dos Fuerzas Armadas. El Reino Unido acoge con beneplácito el compromiso de la República Argentina con el mantenimiento de la paz y seguridad internacionales a través del apoyo a las Operaciones para el Mantenimiento de La Paz de las Naciones Unidas”. Sobre la soberanía de nuestras islas, bien gracias.


El Atlántico Sur

El Comunicado conjunto del 2016 posee un punto exclusivo sobre el Atlántico Sur que se encuentra al final de la agenda bilateral establecida. No sorprende que este tema fundamental para la soberanía y el desarrollo nacional se haya ubicado en el último lugar, como así tampoco que lo expresado en el mismo, no inicie con el sostenimiento argentino de la defensa irrenunciable de nuestra soberanía nacional sobre las islas y el pedido al Reino Unido para que se siente a negociar, como lo exhortan las Naciones Unidas desde el año 1965 en la Resolución 2065 de la Asamblea General.

Lo que sí llama la atención, es el grado de servilismo y sumisión que se desprende cuando establece: “en un espíritu positivo, ambas Partes acordaron establecer un diálogo para mejorar la cooperación en todos los asuntos del Atlántico Sur de interés recíproco. Ambos Gobiernos acordaron que la fórmula de soberanía del párrafo 2 de la Declaración Conjunta del 19 de octubre de 1989, se aplica a este Comunicado Conjunto y a todas sus consecuencias. En este contexto se acordó adoptar las medidas apropiadas para remover todos los obstáculos que limitan el crecimiento económico y el desarrollo sustentable de las Islas Malvinas, incluyendo comercio, pesca, navegación e hidrocarburos. Ambas Partes enfatizaron los beneficios de la cooperación y de un compromiso positivo de todos los involucrados.”

Pasando en limpio, de soberanía no se hablaba (trayendo a colación los Acuerdos de Madrid y el famoso “paraguas de soberanía”); pero mientras tanto se brindará colaboración continental para la exploración y explotación de nuestros recursos naturales por parte de los ingleses, para que sigan depredando y llevándose los recursos de nuestros mares, que son de todos los argentinos.

Por ejemplo, se acordó establecer conexiones aéreas adicionales entre las Islas Malvinas y terceros países (en particular, dos escalas adicionales mensuales en territorio continental argentino, una en cada dirección). En consecuencia, en noviembre de 2019 se realizó el primer vuelo de la firma Latam Brasil, con una escala en Córdoba. Se trata de un vuelo que, sin bandera nacional, favorece comercialmente a los intereses británicos en las Islas, otorgándoles una nueva conexión continental e internacional.

Desandar, un paso adelante

En este contexto, las declaraciones del actual Ministro argentino son un punto de partida interesante en la construcción de una política exterior hacia Malvinas que priorice la defensa de nuestra soberanía sobre las Islas. En ese sentido, expresó: “Tenemos un espíritu malvinizador, de defensa nacional (…) La idea es: no te sentas a dialogar, bueno, entonces van a pasar cosas (…) van a pasar cosas con la pesca, con los ingresos de Malvinas, van a pasar cosas con el petróleo, van a pasar cosas con que vamos a hacer una política no ya de un gobierno, sino de toda la comunidad argentina hacia Malvinas, vamos a tener que tomar decisiones a fin de año con respecto a los vuelos (..) Vamos a incidir sobre Uruguay y Brasil a cerca de los ‘vuelos humanitarios’ sobre Malvinas, entre comillas, que se han convertido en un hecho común y que ellos admiten (…) Queremos que sea incómoda la posición para Inglaterra mientras no se siente a dialogar (…) Mientras no se sienten a hablar y piensen que pueden no hacerlo y hacer lo que quieren, nosotros haremos lo que podamos. Y podemos bastante.”

Se trata de un punto de partida interesante, porque desde la usurpación británica de las Islas Malvinas en 1833; los ingleses no han cesado de avanzar, mediante una política de fuerza y hechos consumados, en la ocupación de territorios insulares y marítimos, en la exploración y explotación de los recursos naturales de la zona, en la militarización de la región, e incluso, en las proyecciones hacia la Antártida.

Y como para muestra sobra un botón, podemos mencionar a los ejercicios militares que durante el mes de julio los británicos han realizado en nuestras Islas y que fueron protestados por el gobierno argentino. Según la Información para la Prensa N°: 171/20 publicada por Cancillería (ver AQUÍ) en el “ejercicio intervinieron, además del buque patrullero HMS Forth, la Compañía de infantería británica A y la aeronave A400M junto a los Typhoons de la 1435 Flight de la RAF, que forman parte del despliegue militar de ocupación ilegal del Reino Unido en las Islas Malvinas”.

Con estas acciones unilaterales, los británicos no sólo desoyen el reclamo argentino; sino que accionan contra resoluciones de Naciones Unidas, como la Res. 3149 de la Asamblea General, citada por Cancillería en la protesta, que el año 1976 instó a las partes a abstenerse de adoptar decisiones unilaterales que modifiquen la situación de las Islas mientras se lleva adelante el proceso de negociación sobre la soberanía, recomendado por la ONU.

Es lícito sostener que es hora de desandar también los Acuerdos de Madrid de 1989/1990. La firma y el sostenimiento de los mismos no han implicado, en todas estas décadas, ningún paso que nos acerque a Malvinas. Más bien, mientras el Reino Unido no accede a la discusión sobre la soberanía, ha continuado avanzando en sus posesiones, en la exploración, explotación y entrega licencias a terceros países para que se lleven nuestros recursos, en el desarrollo de una de las bases militares de ultramar más importante de la OTAN, a sólo 500 km de casa.

Por último, no parece casualidad que estas acciones de fuerza y prepotencia internacional llevadas adelante por Reino Unido, se desarrollen al mismo tiempo que se da un debate en nuestro Congreso Nacional de tres leyes que tienen como norte el sur y el enorme potencial económico y estratégico de nuestro mar. Se trata de las leyes de extensión de la delimitación de nuestra Plataforma continental, del incremento de las penas para la pesca ilegal en el mar argentino y de la creación de un Consejo Nacional de Asuntos relativos a las Islas Malvinas, que pueda trascender a los gobiernos de turno y sostener una política de Estado para la recuperación de nuestra soberanía territorial.

En un contexto económico profundamente adverso como el que atraviesa nuestro país, es necesario llevar adelante políticas que pongan en valor real los inmensos recursos del Atlántico Sur. La presencia y amenaza militar británica en nuestras Islas y mares, es un escoyo para el desarrollo nacional. Con Inglaterra, la agenda bilateral debe ser única: las Islas Malvinas son argentinas.

* Agustina Felizia es Licenciada en Relaciones Internacionales.

Publicado por Río Bravo el 21 de julio de 2020.