La empresa israelí Navitas Petroleum, que recientemente adquirió la mayoría de los derechos sobre el yacimiento, se perfila como el actor principal en esta iniciativa. Según los planes preliminares, se prevé la perforación de 23 pozos para acceder inicialmente a los 500 millones de barriles, con perspectivas de expansión futura. El crudo extraído sería procesado en un buque flotante de producción, almacenamiento y descarga, para luego ser transportado por petroleros a los mercados energéticos globales.
John Birmingham, diputado de la Asamblea Legislativa y titular de la cartera de recursos naturales de las Malvinas, expresó a The Telegraph: “Los hidrocarburos offshore tienen potencial para convertirse en una parte significativa de nuestra economía en las próximas décadas”. No obstante, Birmingham también hizo hincapié en la necesidad de gestionar cuidadosamente los impactos ambientales y proteger el ecosistema único de las islas.
Detalles del proyecto y la posición argentina
El yacimiento Sea Lion, con sus estimados 1.700 millones de barriles de petróleo, supera en tamaño a la mayor explotación prevista en el Mar del Norte. Esta magnitud no solo resalta la importancia económica del proyecto, sino que también intensifica las preocupaciones ambientales. Un portavoz de Uplift, grupo ecologista que brega por la eliminación progresiva del petróleo y el gas, advirtió que “las emisiones de la producción de la explotación se sumarán a las emisiones del Reino Unido contabilizadas para su Contribución Determinada a Nivel Nacional, que el Reino Unido ya está lejos de cumplir”.
En el plano geopolítico, el avance del proyecto ha provocado una fuerte reacción por parte de Argentina, que mantiene su reclamo de soberanía sobre las islas. El gobierno argentino ha rechazado categóricamente la explotación petrolera en las aguas circundantes a las Malvinas, considerándola una violación de sus derechos soberanos y una acción unilateral inaceptable.